martes, 4 de febrero de 2014

PDLN


                                    CAPITULO III
                                SEGUNDA PARTE
CARIÑO: ¿QUIERES AFILIARTE AL PARTIDO POPULAR?

Empático, Yalalai prometió excluir a Juan Carlos como cliente. A renglón seguido explicó a la MDLN con profusión las casi infinitas posibilidades opcionales de la piscina LUXURY. Pues se la podía agregar cualquier yerro o absurdo como ya hemos dicho.

La última piscina hinchable vendida precisamente a un reputado constructor español, un tal  el Pocero, tendrá dos metros de diámetro y cincuenta centímetros de profundidad, y constará de los siguientes complementos:

 televisión Samsung S9, Ultra HD de 85 pulgadas con CPU de cuatro núcleos, con conexión a Internet, servicio Smart TV 3D, altavoces 2.2 y gravado en oro en el frontispicio la observación: “Olé ahí mis huevos”

 Así mismo la piscina estará dotada de un equipo completo de submarinismo, tabla bodyboard, dos manguitos, un juego de uñas postizas para hurgarse las narices en caso de aburrimiento, una paleta Dunlop mata moscas,  un Goldstriker iPhone 3GS Supreme y una sandwichera

 un PC con procesador Intel Core Duo a 3Ghz, 2 Gbs de memoria RAM DDR2, tarjera gráfica Nvidia G-force 8400Gs, disco duro SATA de 1Tb. a 7200 RPM, unidad óptica Blu-Ray, potentes antivirus y otras posibles infecciones microscópicas con 256 Mb de Ram  y una piragua, ( Ojo: la piragua no pertenece al PC) 

Al final del email, Yalalai anotó su número de teléfono personal: 86.13.243242.877.451.890.055.560.652.468.956.688.942.

 (Ruego a los lectores del blog no llamen a este número. El señor Yalalai es hombre muy ocupado y no está para candongas. A no ser que deseen comprar una LUXURY) con objeto de que la MDLN lo gravara junto a su nombre en el móvil.

Ahora haré una recopilación de los e-mails que después se cruzaron mistel Yalilai y mi señora esposa. En el primero, ésta última comunicó a aquel primero, que poco tenía que decir sobre LUXURY.

Que ella sólo valoraba las piscinas que utilizaba, no de las que tenía simples referencias. Que mucho era pues lo que lo sentía y que comprar una de ellas estaba económicamente fuera de su alcance.

 Mistel Yuyiyaya, sabedor de lo dicho, y habiéndole rechazado el cheque en blanco, (Cosa que juro ¡por éstas! que jamás perdonaré a mi mujer) la rogó encarecidamente que al menos le aceptara como regalo una LUXURY aunque fuera más monda en complementos que la del Arzobispo de Madrid o el Pocero.

 A lo que la madre de la novia sin consultarme, (Y ya van dos) volvió a negarse aduciendo que por elemental que fuera la LUXURY que le regalara, ésta no bajaría de un coste de miles de euros. A lo que se oponía radicalmente.

La MDLN razonó que pertenecía sociológicamente a la clase media, que siempre había pertenecido a ella, y que ni por todo el oro del mundo abandonaría tal estrato social. Que su educación, amistades y referencias culturales para bien o para mal  eran esas. 

Y que ser poseedora de una piscina de tan cuantioso valor  podría tomarse como una traición a su clase. Mistel Yaliyula argumentó que la piscina, aunque cara, era gratis. Y la MDLN, que sí, que ya, pero que no.

 Dijo que la clase social media en España era muy celosa de sus costumbres, reglas e incluso leyes, que, aunque tácitas, saltárselas conllevaba la expulsión de dicha clase.

El brother chino Yílalali, tenaz, dijo tener la solución, que rellenando el cheque en blanco que él deseaba enviarle con una cantidad indecorosa, y la LUXURY, podría pasar a pertenecer a la alta sociedad.

Mi esposa respondió que antes preferiría pertenecer a la clase baja  (Pero de dónde demonios habrá sacado mi mujer estas ideas)  que la alta sociedad es en el fondo muy desgraciada.

 Siempre pendientes de los signos externos, de estar  linajudos en sociedad, sin poderse permitir extravagancia o desliz por el qué dirán, y que sin querer parecer clasista, a ella la alta sociedad le producía piadosa lastima por su lucha fraternal por querer parecer más ricos y poderosos que sus más cercanos congéneres, lo que les llevaba irremediablemente a la más triste soledad.

Que al fin y a la postre, nadie duerme mejor, ni está más cómodo en su hogar, ni va más rápido en su coche que ella, por más ergonómicos que sean sus lechos, sillones o vehículos.

Que ella, por el contrario a los ricos, podía salir a la calle, saludar a todo el mundo y relacionarse con miles de personas sin sospecha de espurios intereses. Que para disfrutar de la buena vida, a poco que uno se despelote de prejuicios y convencionalismos, no necesita de mucho dinero.

Que la felicidad, como estado de ánimo, va de adentro a fuera (De nosotros), y no al revés, ya que esto último, sin despreciarlo o subestimarlo, fía nuestra felicidad a contingencias y azares.



Juro ante cualquier divinidad venerada  (incluso Manitú) y ante todos ustedes lectores que  no comparto en absoluto las ideas estoicas, socráticas, o de filosofía Zen de mi esposa ( Con los asuntos crematísticos no se juega, coño). Que Zenon de Citio era un flojo y los gurús Zen unos cantamañanas.

¡Viva Epicuro!  Jamás pensé que pudiera  existir alguien en el mundo con el valor de rechazar un cheque en blanco conformado y rubricado por un archimillonario, o rehusar un regalo de miles de euros con el pretexto absurdo de no prostituir sus opiniones sobre unas absurdas piscinas hinchables. (juro que mañana mismo a la MDLN la saco el carnet de simpatizante del PP)

 Cuán equivocado estaba. Sí, ese ser existe: mi esposa. ¡¿Se puede tener peor fario que el mío?! Pero esto no va a quedar así. No, de ningún modo.  Mi desquite será implacable, horrendo, despiadado.

  Sin escatimar dinero ni desvelo la noche de su próximo cumpleaños  prepararé la mejor  cena sorpresa que jamás haya vivido. Romántica: velas, música de Barry White, vino de marca, cava y mesa colmada de delicatessen.

 Al final,  la invitaré a  bailar entre requiebros y adulaciones. Pero justo antes de comenzar los juegos amatorios, me disculparé para ir a buscar su regalo y apareceré de nuevo en el salón al pié de un ensordecedor ¡Tachán! vestido con su pijama rosa fosforito (Gorrito incluido) y estampado  con la Virgen Inmaculata. 

Que muy bien sé que no se ha deshecho de él, pues el otro día por chamba lo hallé en el fondo de un cajón. ¡A ver qué le parece tamaña frustración! 

 Claro que…también podría echarse a reír, lo cual… me dejaría es una situación…, digamos…muy vulnerable. Creo que lo mejor es que me deje de venganzas y respete sus ideas por descabelladas que sean.

Así pues, la cosa terminó más o menos de la siguiente manera: mister Yuyiyuyi prometió fabricar aposta varias piscinas con los mejores materiales y especialistas de su fábrica para que la MDLN pudiera elegir, y que él estaría encantado de regalarle, pero que debido a su insobornable actitud dejaría a un coste menor.

 Mi esposa, aún a regañadientes, aceptó. El, Yiyuyiyu, las enviaría al centro comercial de nuestra localidad, y ella sólo tendría que escoger la que más le apeteciera.



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